viernes, 15 de mayo de 2015

Hijos de la Barbarie *

El partido de vuelta de la Copa Libertadores 2015 entre Boca y River quedará grabado en la memoria colectiva de todos como el día del "gas pimienta". Una pena, porque después de un primer tiempo donde a Boca no se le cayó una idea, y un River cómodo y conforme con eso, se venían, porque no quedaba otra, unos segundos 45 minutos para el infarto. Boca iba a tener que ir, más de prepo que con fútbol, más de guapo, más atropellado, con pelotazos y centros buscando una cabeza salvadora, "entero o a pedazos pero voy", y River iba a tener que aguantar como pudiera, pero claro, con los tres de arriba veloces cada contra que el equipo millonario pudiera concretar sería medio gol. Ni quiero imaginar los corazones y las emociones de si a los 80 minutos todo continuaba con el marcador igualado en 0 (cero), porque, increíblemente, ni siquiera un 2 a 0 favorable para los "xeneixes" a los 90 minutos daba seguridad. ¿Se imaginan un centro llovido de Ponzio, desbordando con el alma, a un improvisado Funes Mori que ya estaba jugando de 9? ¿Se imaginan a un Pisculichi de desconocido talento intentando gambetear, o un manotazo de ahogado haciendo ingresar a Cavenaghi? El segundo tiempo era eso. Los dos, por decantación, deberían poner toda la carne al asador.
Pero llegó la barbarie.
Podemos soportar que los jugadores se caguen a patadas entre ellos, que hagan jueguito y tiren la pelota de punta para arriba. Podemos soportar que los jugadores se insulten, se escupan, se tiren golpes bajos, y no pasa nada, porque es el folclore del fútbol, y lo que pasa dentro de una cancha debe quedar ahí o sos un cagón. Podemos soportar arqueros que hacen tiempo y líberos que dan patadas voladoras. Podemos soportar entrenadores que se enojan y se van expulsados. Podemos tolerar un árbitro decididamente malo. Podemos tolerar no ir a la cancha de visitante. Podemos tolerar las chicanas de los periodistas partidarios. Podemos, inclusive, tolerar la mala suerte en contra nuestra, podemos, sin vergüenza, gritar un gol en posición adelantada, o con la mano, y no importa, porque eso es parte del juego, porque a veces debemos soportar que esos goles nos los conviertan a nosotros y listo, a cantarle a Magoya. Podemos (y a esto hemos llegado) aceptar el insulto al jugador como algo lógico, al rival hay que putearlo solo porque es el rival, y los jugadores propios hay que putearlos si piensan más de dos segundos con la pelota en los pies, al que no corre hay que putearlo... ¡¡COMO SE TE EXTRAÑA GARRAFA SANCHEZ!!... Podemos, a pesar de perder la dignidad, aceptar que el club local le corte la luz al equipo visitante, o que el vestuario del otro no tenga agua. Podemos, ya sin temor a ruborizarnos, hacer volar un puerco o un fantasma de la B.
Lo que no podemos aceptar es la barbarie.
No podemos aceptar que la policía libere zonas, ni que la seguridad privada mire para otro lado.
No podemos aceptar que se haya intentado matar a los jugadores, y que la televisión insistiera con que el partido debía jugarse.
No podemos aceptar que los demás jugadores no se solidaricen con sus compañeros, ni que los entrenadores pretendan sacar una ventaja.
No podemos señalar con el dedo a tipos como Javier Cantero diciendo que hizo todo mal, cuando fue el único que trató de hacer las cosas bien, porque el mensaje es ese, si hacés las cosas bien te va a ir mal.
No podemos permitir estar en manos de dirigentes inoperantes.
No podemos permitir la barbarie.
No podemos aceptar, post Cromañón, que miles de bengalas se enciendan simultáneamente en lugares donde está prohibido el uso de pirotecnia.
No podemos, menos que menos, permitir que la persona encargada de nuestra seguridad diga que "el operativo fue un éxito" cuando no hubo un muerto porque a veces Dios (o la casualidad) está donde tiene que estar.
Somos la tragedia de Once.
Somos los talleres clandestinos.
Somos Cromañón.
Somos hijos de la barbarie.
No aprendemos.
No nos interesa aprender.
Somos bilardistas por naturaleza.
Somos lo que merecemos ser.
Nos queda, como dijo el Che Guevara, la esperanza de un mundo mejor.

Braian Bauer.

* Título de disco de la banda Zumbadores.

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