sábado, 20 de febrero de 2016

Alter Ego - La Saga del Creativo

La plaza estaba semi vacía, hacía mucho calor, y la gente normal no organiza citas cuando hace calor, pero aquí tenemos al Creativo, sentado solo, en el único banco que no poseía sombra, verán, el tipo para sufrir es mandado a hacer.
-Oiga amigo – susurraron los Niños Brillantes – Parece que lo dejaron plantado.
-No, no, no, ella jamás me haría eso.
-Pero estamos esperando hace cuatro horas, y no queremos estropear sus planes, pero tenemos esa leve sospecha que esta muchacha en cuestión ya no vendrá.
El Creativo, tal cual niño al que acaban de quitarle el dulce que tanto anheló, apoyó sus codos sobre sus rodillas, escondió su cara entre sus manos y rompió en llanto.
-Vamos hombre, no sea exagerado, la gente lo mira.
-¡¡Que miren pues!! – exclamó poniéndose de pie - ¡¡Miren aquí, oh, estúpido y frío pueblo, esto no es más que un hombre desgarrado!!
Los comerciantes lo creyeron loco, y así el Creativo debió darle explicaciones a los policías que trataron de llevarlo detenido. “No quiero vivir en un lugar donde esté prohibido sufrir por amor”, dijo agitando su puño, secó el sudor de su frente, se prendió un pucho y se retiró a su casa.
Su hogar estaba desolado, con un sutil pero no menos artístico aspecto de abandono, eso gusta a las mujeres, fingir bohemia tiene levante por si solo, el problema real se radica cuando la minita en cuestión descubre que esa bohemia no era fingida, sino verdadera, y además de todo en un grado muy superior a ese primer engaño.
-No tengo cama porque prefiero invertir en libros.
-Ay, sos un amor.
Claro que a la hora de las bifes son pocas las mujeres que se atreven a copular sobre un colchón tirado en el suelo, la mayoría guarda en su interior unas pizca de dignidad, alguna promiscua, una borracha, alguna con las hormonas desordenadas quizás, pero no una dama normal, que son, para desgracia masculina, las mujeres que más gustan.
-Pero me dijiste que era un amor.
-Sos un loco de mierda.
Portazo.
A otra cosa mariposa.
Las noches culminaban generalmente con el Creativo leyendo algún pasaje al azar de Sobre Héroes y Tumbas, y entre puteadas a Sábato por el final y una breve pero apasionada autosatisfacción pensando en Alejandra, el sueño llegaba. El pasaje preferido (NOTA DEL EDITOR: uno de los pasajes preferidos) es la parte donde Alejandra se besa con un chico en la playa, y viene la tormenta, al Creativo le encantaría ser ese chico. Otro pasaje lindo es cuando Martín se viste rápido luego del coito, y como tiene vergüenza lo hace veloz para que ella no lo vea desnudo, y ella le pregunta aun estando de espaldas si “¿ya terminaste?”, genial. Alejandra es perfecta, al Creativo  también le encantaría ser Martín, y todos y cada uno de los amantes de Alejandra.
-Amigo no insista – recomendaban los Niños Brillantes – Sorprende que aun no se haya dado cuenta, es usted un terco, las minitas como ellas no salen como tipos de su calaña.
El Creativo pensaba, “me hice el payaso como recomendó Solari, supuestamente ellas aman los payasos, claro que para eso de la pasta de campeón a mi no me da el cuero, quizás si comenzara el gimnasio y tuviese músculos, y si me vistiera con ropa más linda, si me peinara, si fuese más lindo a la vista, tal vez con algo de dinero... Tal vez si naciera de nuevo…”
El Creativo escribe en su diario “Busco a Alejandra en todas las mujeres, voy de boca en boca buscando a ese personaje, a ese momento, a ese lugar de enamoramiento cálido, dulce, tierno, a esa burbuja de bienestar que solo dura eso, y ya no regresará jamás”
Pero no todas pueden ser Alejandra.
Con todos los avances tecnológicos el Creativo sintió un descomunal deseo de escribirle a la mujer que lo había dejado plantado. Pensó en insultarla primero, en ir de víctima en segundo lugar, en hacerla sentir culpable, en hablar el tema de forma adulta, en ignorarla, pero no hizo nada de eso, la amaba demasiado, y a pesar de sus desenfrenadas ganas de pelear se llamó llamativamente a silencio, y se prometió no volver a molestarla.
-Así se hace amigo – consolaron los Niños Brillantes – Es lo mejor.
Palmearon su espalda.
Unos días después en la misma plaza el Creativo alimentaba a un perro de la calle cuando la minita en cuestión se sentó a su lado, de sorpresa (sí, como Alejandra en el Parque Saavedra), lo miró, le dijo que quería darle un beso.
-¡¡NO LO HAGA AMIGO!! - gritaron los Niños Brillantes - ¡¡ES UNA TRAMPA!!
-Pero es más fuerte que yo – se encogió de hombros entre lamentos.
-Oiga, active la estrella que lleva dentro, active por lo que más quiera el mecanismo de defensa.
Dicho y hecho. El Creativo llamó a su Alter Ego, el Empresario Rocker, quien no tuvo delicadezas con la mujer.
-No quiero, ya fue, es mejor así, te quiero como amiga, vos te lo perdés, tengo otras candidatas en el barrio, la verdad no me gustás tanto.
Pero las mujeres hermosas tienen siempre un maldito As bajo la manga.
-Quiero hablar con el otro.
-No está.
-Llamalo.
-No quiero.
-Le quiero dar un beso.
-¿Solo a él?
-Sí.
-Este, bueno… digamos, en este momento…
-Amigo, lo está embaucando – susurraron los Niños Brillantes – Lo está hechizando, reaccione carajo.
El Creativo abrazó a la minita con la mayor ternura que pudo, su cintura era bella, el simple contacto hizo que su piel se pusiera de gallina, ella cerró sus ojos como invitándolo, ella esperaba, fue la perdición absoluta. Él, claro está, jamás besará a Alejandra, pero supo en su interior que esos labios serían lo más cercano a ella que nunca jamás en su puta vida probaría. El más rico caramelo que jamás comió. La cosa duró lo que dura un beso. Ella se fue. Él se quedó.
-Amigo – los Niños Brillantes se notaban alterados – Usted es más boludo de lo que aparenta.
-Sí.
-Ahora jódase.
El Creativo de regreso a su hogar se sentó frente al espejo a debatir con su Alter Ego.
- Pa'tener un Alter Ego que se borra en las malas prefiero tener un doble de riesgo cobarde – arremetió furioso contra su otro yo.
-Es que es hermosa amigo, no me pude resistir, pero ambos sabemos que este dolor valió la pena, su boca bien vale algunas noches en vela – respondió Rocker desde el otro lado del espejo.

Ambos lloraron mientras leían el pasaje en el que Alejandra se incendia.

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