jueves, 7 de abril de 2016

DOS AMORES

La chica del gorro de lana rojo camina
llevando un skate en su mano izquierda
y una mochila negra y rosa en su espalda.
La observo desde el banco de la plaza
rodeado de chicos con viseras y una rubia
que mira su celular a cada momento.
Una señora lee bajo la luz del farol sin
temor a ser asaltada, hay dos perros
que amenazan con pelearse pero
terminan jugando.
La chica del gorro de lana rojo es flaca,
rubia, parece tener ojos claros,
y me pregunto a dónde irá, con quién
irá, a qué irá, me pregunto también si
ya lo habrá hecho, con quién lo habrá hecho,
cuándo lo habrá hecho, pienso en cómo lo hará
y me la imagino haciéndolo.
Como una fiera con hambre que persigue a
una hembra en celo, me incorporo y
la sigo, llevo conmigo dos remeras que acabo
de comprar en oferta y un libro que pienso
regalar.
La pierdo de vista porque me distrae un
cuarteto de cuerdas que toca en vivo en
las puertas del Banco Provincia una bella
obra de Tchaikovski.
Uno de los violines es tocado por una
chica flaca, sin curvas que exciten, sin una
cara bonita ni rasgos amables, los otros
dos son ejecutados por chicos con barba,
supongo que uno de ellos es su novio
porque se miran y se sonríen, entran juntos
en cada compás y cierran sus ojos, como
si alcanzaran juntos el orgasmo, el
violoncelo marca el pulso de la mano de
un gordito que solo se ríe y mira a la
gente.
Me alegro de haber olvidado mi cámara
de fotos para inmortalizar el momento, la
chica sin ser linda me llega al corazón con
su música y su talento, me enamoro a tal
punto que siento ganas de llorar, la amo.
Me retiro.
La chica del gorro de lana rojo ya es un
recuerdo, la chica del violín un sutil dolor,
y así pasaron fugazmente por mi vida dos
posibles amores, amantes, amigas
que ya no volveré a ver.

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